Die Geschichte Artenaras geht bis auf das prä-europäische Zeitalter zurück. Die Bevölkerung vor den Spaniern lebte in Acusa, Artenara, Tirma und Risco Caido. Nach der Eroberung Gran Canaria im Jamhre 1478 liessen sich die neuen Kolonialherren, Spanier und Portugiesen, hier nieder. Die neue Bevölkerung widmete sich den Weiden und dem Getreideanbau.

Die Präsenz der Kirche in der Gegend von Artenara geht auf das erste Drittel des XVII Jahrhunderts zurück, Beneficio de Santiago und der Konvent der Franziskaner San Antonio de Gáldar waren ihre Prediger. 1629 wird die erste Kapelle in Artenara gebaut, die späten den Namen San Matías erhielt, 1669 die Candelaria-kapelle in Acusa. 1742 werde die kleine kiche von Artenara in Nebenpfarrei umgewandelt und erhielt fast ein Jahrhundert spatter den Rang einer Pfarrei. Die Gläubigen hatten grosse ökonomische Probleme.

Ende des XIX Jahrhundert ersetate eine neue Kirche die Kapelle, die Türme und die Innenausstattung wurden Mitte des XX Jahrhunderts fertiggestellt.

Im Laufe des XVII und XVIII Jahrhunderts lebte in Artenara eine reduzierte Bevölkerung, die sich nur leicht vergrösserte. 1734 wurde Artenara eine selbstständige Gemeinde und ab 1835 wurden das Bürgermeisteramt und die Pfarre konsolidiert.

Im XIX Jahrhundert erlitt die Ökonomie einen starken Rücklauf, verursacht durch die langen Trocken- und Hungerperioden, wodurch die Bevölkerung gezwungen war, auszuwandern. Die Landflucht herrschte im XX Jahrhundert vor, besonders hoch war sie in den 60iger Jahren aufgrund der Argrarkrise, der wiederaufforstung und der wirtschaftlichen Anziehungskraft des Fremdenverkehrs, der an den Küsten der Insel seinen Aufschwung nahm. Im letzten Jahrzehnt des Jahrhunderts sollte ein Naturpark entstehen, die Initiative verlief jedoch im Sand.

Im ersten Jahrzehnt des XXI Jahrhunderts erlebt die Gemeinde eine Transition, aufgrund derselben die Pflege der Wälder, die Schaffung sehenswürdiger Landschaften, die Entwicklung von Freizeitdienstleistungen mit Routen und Wanderwegen sowie die Förderung von Unterkünften auf dem Land relevant wurden.

 

 

 

 


“Y en la ermita de este lugar (de Acusa) dos misas a nuestra señora de la Candelaria y a otra a San Juan y otra a San Blas. Y en la ermita de Artenara me digan cuatro misas rezadas una a nuestra señora del Rosario, otra a nuestra señora de la Concepción y otra en su día a San Matías y todas estas las digan los religiosos del convento de San Antonio de Gáldar y otra en la iglesia de Nuestra Señora del Socorro del lugar de Tejeda, misas de la Luz a Nuestra señora del Socorro y esta que la diga el cura de este lugar y a San José”

Extracto del testamento de Antonio González del Río, Alcalde de Acusa y Artenara (1685)


“De Tejeda hasta aquí es el camino peligroso por una ladera llena de fugas y grandes precipicios. La planta del lugar es rarísima. En medio de una gran montaña se alcanza ver unos agujeros a manera de nidos de ave. Estos vienen a ser un gran número de cuevas en fila, unas cóncavas como bóvedas, otras de cielo raso, algunas con su alcoba para una cama, y algunas de alto y bajo, pero todas en peña, sin más luz quela de la puerta, frescas en verano, abrigadas en invierno, dentro de las cuales no se oyen vientos ni lluvias. Son por la mayor parte obra de los canarios antiguos. En esta calle de cuevas, pues, y en el pago de Acusa hay 982 personas. La iglesia parroquial es pobre, y por consiguiente el cura. El clima, vario; el agua, buena”

Viera y Clavijo


“En menos de tres horas se llegó a Gáldar, residencia de los antiguos reyes berberiscos, sobre la costa noroeste; después habiendo atravesado la villa de Agaete, se llegó hacia las cinco a Artenara. Situado en la pendiente interior de la caldera de Tejeda, en una altitud de 1.200 metros, el pueblo de Artenara es el más elevado de toda la isla, oreciendo una vista espléndida. El circo, sin un hundimiento, in ningún desplome, sin ninguna cortadura, desarrolla ante las miradas atónitas su elipse de 35 kilómetros, de cuyos lados convergen hacia el centro arroyos y colinas bajas, a cuyo abrigo se han construido aldeas y caseríos.”

Julio Verne


“De Artenara a Tejeda el camino se vuelve muy peligroso. Hay que descender una cuesta que se extiende a lo largo de precipcios profundos: El menor paso en falso puede ser fatal. Este último pueblo esá construido al borde de un inmenso barranco que va a desembocar en el de la Aldea de San Nicolás.”

René Verneau


“Un pueblo de cuevas colgadas de los derrumbaderos sobre el abismo. Allí está la ermita de la Virgen de la Cuevita, iglesiuca tallada en la roca misna, de la que se han sacado el altar, el púlpito, los confesionarios. Todo ello de una sola pieza. Y no dejan de tener sus comodidades aquellas cuevas, cuidadosamente enjalbegadas en que viven los vecinos de Artenara”.


“El espectáculo es imponente. Todas aquellas negras murallas de la gran caldera, con sus crestas, que parecen almenas, con sus roques enhiestos, ofrecen el aspecto de una visión dantesca. No otra cosa pueden ser las calderas del Infierno que visitó el florentino. Es una tremenda conmoción de las entrañas de la tierra; parece todo una tempestad petrificada, pero una tempestad de fuego, de lava, más que de agua.”

Miguel de Unamuno

Caracterizado por sus grandes barrancos y depresiones, este municipio del oeste de Gran Canaria, cuenta con la mayor cuenca de la isla, La Caldera de Tejeda, además de los macizos de Altavista y Tamadaba.