Barranco Grande

Delimitando hacia el oeste la Meseta Central -donde se elevan los picos más altos de Gran Canaria-, se dibuja la cabecera de la mayor cuenca hidrográfica en las islas, La Caldera.Al mismo tiempo, ésta se divide en tres subcuencas principales que tienen su origen en las hoyas de La Culata, Timagada y El Juncal. El Barranco Grande es el cauce que reúne el agua de la primera de las tres.

En su discurrir hacia la playa de La Aldea (donde desemboca) esta "herida", por donde poco a poco y durante millones de años se ha ido desintegrando parte de la isla, ofrece espacios naturales de una belleza salvaje y exótica. Este gran tajo atraviesa las entraás del gran volcán que dió origen al principal volumen de la isla, dejando al descubierto parte de la que fuera su cámara magmática (que viene definida por las sienitas) y el extraordinario sistema cónico de diques. También es la arteria por donde lentamente van circulando hacia el Atlántico los materiales procedentes del estratovolcán Roque Nublo -el protagonista del segundo periodo eruptivo-. En definitiva, se trata de un lugar que muestra las cicatrices de gran parte de la historia geológica de la isla.

Palmerales, saucedas y tarajales son las formaciones vegetales más vinculadas a su cauce. En algunos tramos crecen masas bien conservadas que conforman rincones espectaculares, como el palmeral de Acusa Seca o el bosquete de tarajales bajo el Llano del Don,  y en ellos se refugia una gran variedad de animales. Entre muchos más, lechuzas, cernícalos, alcairones, palmeros, alpispas, murciélagos montañeros… La presa del Parralillo es frecuentada durante casi todo el año por garcetas, garzas reales, fochas, pollas de agua, chorlitejos chicos, andarríos o gaviotas patiamarillas, y muy ocasionalmente, ha sido visitada por otras especies raras en esta zona, por ejemplo, el guincho o la cigüeña negra. En cualquier caso, es un punto de interés para los ornitólogos.

Sus laderas y riscos también atesoran una biodiversidad grandiosa, entre la que se pueden destacar plantas como la col de risco, la dama, Prenanthes pendula o Dendriopoterium pullidoi, todas endemismos insulares relativamente escasos.

Sin duda, especialmente durante la temporada de lluvias mientras el agua corre por el cauce, merece la pena acercarse a disfrutar de estos paisajes, ya que despiertan sensaciones muy positivas y pueden transportar a tiempos en los que la naturaleza grancanaria no padecía la presencia humana.