Tamadaba

En relación a su superficie, el macizo de Tamadaba es uno de los rincones más biodiversos de esta región del planeta. Como si de un fortín se tratara, miles de plantas y animales se acantonan sobre su imponente geología. Algunas, únicamente se han encontrado aquí.

A pesar de que una buena parte del paisaje vegetal fue alterado por la acción del hombre, sus laderas, llanuras y riscos acogen una de las mejores muestras de pinar húmedo que existen en el archipiélago. Si bien el pino canario es protagonista, importantes manchas de monteverde y retales de bosque termófilo también tienen su espacio. Especialmente en los principales barrancos y en los riscos que cercan el macizo crece una buena representación de las especies arbóreas nativas de Gran Canaria. Entre ellos, marmulanos, adernos, viñátigos o madroños destacan por su escases en el resto de la isla.

Acompañando a todos esos árboles crece un sotobosque rico y singular. Junto a la mayor población de olivillos en Canarias viven tomillos de pinar, rosalitos, mosqueras, crestas de gallo o las “hija de Don Enrique” (Sventenia bupleroides), todas endémicas y muy vinculadas a esta pequeña porción del oeste.

Cientos de hongos hacen de Tamadaba un lugar especialmente interesante para los amantes de las setas. De igual manera, líquenes y musgos ofrecen una diversidad atractiva e interesante.

En medio de ese esplendor vegetal son miles los animales que hacen vida. El escarabajo del pino, la mariposa sátiro de canarias, el mántido pseudoyersinia o la caracola napaeus son algunos ejemplos de invertebrados endémicos y relativamente abundantes. De entre las aves, el picapinos es posiblemente la más emblemática del macizo, pero son varias decenas de especies las que lo emplean como vivienda habitual o como lugar de paso o descanso. Gavilán, chocha perdiz y cuervo se pueden resaltar por su escasa presencia; otras como la pardela cenicienta, el canario o el vencejo unicolor, por abundantes y representativas. Raramente, se acercan pinzones azules desde Inagua.

De los reptiles, el perenquén es el único que resulta abundante y el lagarto de Gran Canaria aprovecha los claros y los márgenes del bosque. El murciélago montañero frecuenta amplias zonas, mientras que el rabudo solo se ha detectado en puntos muy concretos.